domingo, 19 de enero de 2014

El mal viento


El viento que recorre páramos y valles no es uno solo, son varios, son una familia entera, numerosa y variada. Como en toda familia hay miembros buenos… y otros que no lo son tanto. Está el viento del cerro que sopla en las alturas y causa el soroche, más conocido como el mal de montaña.

Otro es el viento de la muerte o Wañunahuaira que precede al muertito que viene con permiso del más allá, a cenar en la casa de su viuda la noche de difuntos. Este viento es el que abre la puerta por donde luego ha de pasar el difunto, es el que anuncia a las almas en pena, cuyo silbido es capaz de helar la sangre hasta al más valiente. El Ninahuaira habita en todo lado, se introduce en la gente que se encuentra débil, abrazándolas con fuertes fiebres.

De toda esa familia de vientos, el más soplador y, por lo tanto, el más conocido, es el mal viento o mal aire. Habita quebradas lúgubres y casas abandonadas, es un vaho, una fuerza mágica y maligna, capaz de enfermar a la gente con dolores de cabeza, cansancio y mareos. No lo curan los doctores sino los yáchak pasándole al enfermo un huevo o el cuy junto con la ruda y la chilca; las plantas ayudan a que el animal o el huevo absorban los males del paciente. Después, para completar el tratamiento, hay que abrazar a un chigualcán[2], al cual hay que saludarlo respetuosamente como “compadre chigualcán” y, así abrazado, de alguna manera demostrando el mismo respeto... hay que orinar contra su tronco. Para terminar este asunto, hay que persignarse con una moneda de poca cuantía y botarla sobre la espalda sin regresarla a ver.

Pero el peor de toda la familia de vientos es el Acapana o Yanahuaira. Este es un diablo y como tal viene bailando y levantando polvo por los caminos en forma de torbellino. Es el más bravo de todos porque no ataca al cuerpo sino al alma de las personas.




[1] Recogido por Jorge Juan Anhalzer, en Entre Nieblas. Mitos, Leyendas e Historias del Páramo. Proyecto Páramo Andino y Editorial Abya - Yala. Quito. 2009.
[2] Planta andina pariente de la papaya (Vasconcella heilbornii). Produce una leche que escalda la piel.

4 comentarios :

Unknown dijo...

Los mitos constituyen un aspecto importante de nuestra identidad, es una lastima que pocas personas se preocupen de revalorizarlos. Felicito tu trabajo. Muy interesante tu blog. Me gusto bastante los mitos que publicas. Continua asi

Erika Soto dijo...

El viento guía nuestras vidas, nos acompaña siempre. Me parece genial entenderlo desde la sabiduría andina. BUen trabajo.

Unknown dijo...

Muchas gracias por comentar, sigue visitándonos, tenemos mucho contenido por subir.

Unknown dijo...

Gracias por comentar, así es, los elementos de la naturaleza tienen un soporte mágico, a veces solo hay que sentir y no explicarlo tanto.